Sanken Biri

Redescubriendo la luz en el camino. Mi viaje personal del mundo empresarial al universo holístico.

Aún si no eres consciente, el principio de tu camino espiritual
se esconde en cada paso, en cada pequeño acto de introspección. 

Mi nombre es Alexandra Barba, pero si ya eres parte de la comunidad de MoonBeats probablemente me conoces como Sanken Biri. Fui iniciada como Onanya (médico curandera) por la tribu Shipibo-Conibo-Xetebo en la amazonia peruana y antes de eso trabajé en algunas de las empresas más grandes del mundo, como Rappi o Amazon. Hoy quiero compartir contigo cómo fue que pasé del mundo empresarial a dedicarme por completo al mundo holístico, convirtiéndome en Co Founder y CEO de MoonBeats Studio.

Siempre que me preguntan cómo inicié este camino, mi respuesta es la misma: por la gran necesidad que tenía de tratar de entenderme. Entre más avanzo en este sendero, en este viaje, descubro que, más que estar en busca de elevarme hacia lo divino, estoy en una búsqueda constante de aprender a abrazar mi humanidad, esa esencia material que me permite experimentar esta existencia.

La elevación de la consciencia no es otra cosa que aprender a habitar, de la manera más cruda, pura y honesta posible, mi parte humana. 

En mi camino de aprendizaje a través de las plantas, he entendido que el primer paso para conectar con la consciencia infinita es hacerme responsable de lo que sucede conmigo en este plano. Hacerme cargo de mis palabras, mis acciones, los viejos patrones y la relación con lo que me rodea.

Durante mi más reciente inmersión a la selva aprendí a vivir el dolor en infinita presencia, siendo esta experiencia una de las que más me han transformado. Tener que estar en esa inmensa soledad, sin lugar a donde ir durante un momento profundamente tormentoso, me obligó a desprenderme de todo lo que creí que sabía y apagar el ego (el “ya lo sé todo”). Con infinita humildad, tuve que rendirme a la tristeza, la desolación, el desencuentro y la transformación. Al regresar, la enseñanza fue todavía más profunda. Tuve la oportunidad de mirar cómo se resquebrajaba frente a mí la imagen de “lo sagrado”. ¿Qué se vuelve sagrado cuando lo que habías enaltecido cae destrozado? 

Yo elegí volver sagrado el presente. Elegí volverme sagrada a mí. 

Me embarqué en el viaje más profundo, ese que ahora me encuentro transitando. Responder: ¿quién soy yo? Esa pregunta que creí que había logrado resolver mucho tiempo atrás, hoy está aquí más presente que nunca. ¿Quién soy más allá de los títulos, las iniciaciones, los linajes, las imágenes, las plumas y las coronas? ¿Quién soy yo en esencia? ¿Dónde está mi poder?

Después de 20 años de estar en este caminar, hoy me doy cuenta que las preguntas siguen ahí, pero también me siento más en contacto con el principio de mi búsqueda para responder esas preguntas.  

Me viene a la mente un recuerdo de cuando tenía 13 años. Estaba en un retiro de silencio en un noviciado, como parte del grupo éxodo de la Iglesia a la que asistía. Llevaba un año estudiando teología, para avanzar con una preparación de 3 años que me llevaría a mi confirmación frente a la iglesia católica y a poder dirigir los grupos de jornadas juveniles. Iniciábamos el día a las 4 de la mañana, haciendo oración y pasábamos la jornada en contemplación, haciendo trabajo de diferentes tipos. 

Un día nos dejaron una tarea: Mediten algo que les gustaría verdaderamente pedirle a Dios. Me fui a sentar bajo un árbol para pensar en la pregunta. Hasta ese momento mis peticiones siempre eran simples: cuida a mi familia, danos salud, ayúdame a pasar matemáticas… Jamás había puesto en la ecuación el factor “verdaderamente”. De pronto, cómo si algo en mí se iluminara, lo supe: muéstrame que existes. Eso es lo que verdaderamente me gustaría, muéstrame que existes, que realmente esto que estoy haciendo vale la pena. En ese momento miré hacia la copa del árbol que me arropaba y de ahí nacieron cientos de mariposas blancas, se echaron a volar a mi alrededor mientras lloraba y reía en gratitud por el milagro que acababa de presenciar.

Sentí una certeza que jamás había experimentado: supe, sin dudar, que Dios existe. 

Esa experiencia sigue siendo, hasta el día de hoy, la que atesoro como el momento en que supe que si Dios estaba conmigo, nadie podría contra mí. Sentía que lo había resuelto todo, que ya no necesitaba nada porque tenía la respuesta.

Llegó el domingo, el día que se rompía el silencio en el noviciado. Esa mañana, me tocó hacer trabajo en la cocina y me acerqué a una hermana que estaba preparando mermelada de naranja con zanahoria. La hermana rayaba zanahorias con mucho ánimo, me senté junto a ella para ayudarle en el trabajo y me dispuse a platicarle la revelación que había tenido el día anterior. Ella me escuchaba paciente, sin despegar los ojos de su tarea. Cuando terminé de contar mi historia, se quedó en silencio unos segundos y después me dijo: 

“Dios es y dios es contigo. Dios eres tú”.

A los 13 años, esas palabras se quedaron tatuadas en mi alma y me he tardado 20 años en empezar a descifrarlas. 

Hace no mucho,al terminar la ronda de sanaciones en una ceremonia, volví a verme en esa cocina y escuché las palabras de la hermana resonando en mi cabeza. “Dios es y dios es contigo. Dios eres tú”. No es que ser Dios me ponga por encima de todo lo demás, al contrario, ser Dios es ponerse al servicio. Ser Dios es habitar en presencia, en responsabilidad. Ser Dios no es despegarme del mundo humano, sino habitarlo, vivirlo, gozarlo, llorarlo. Ser Dios es estar en mí y a través de mí estar en todo, servirle a todo. Es regresar todos los días a la pregunta: ¿quien soy?, para no perderme, para no olvidar. Recordar que soy por mí, en mí, en las miradas de quienes me aman y en el perdón a quienes me han herido. 

Porque hoy sé que no está mal preguntarme: ¿quién soy?, sin olvidar que desde hace mucho sé que Dios vive en mí. Hoy sé que el viaje espiritual más sagrado ha sido el de experimentar la decepción, el dolor, pues al tocar el inframundo de mi propia realidad he podido alcanzar la luz más pura que hay en mí. 

 

 

One thought on “Redescubriendo la luz en el camino. Mi viaje personal del mundo empresarial al universo holístico.

  1. Tania Martinez dice:

    Que bella narración, me hiciste sentirlo. Que. Hermosa experiencia

Comments are closed.